La Niña condiciona la campaña 2025/26: alertan por alto riesgo hídrico y térmico en el Este santiagueño
Un informe agrometeorológico elaborado por el Ing. Agr. Omar Puig (INTA Bandera) advierte que la fase La Niña, prevista entre noviembre y enero, profundizará la sequía y elevará las temperaturas en el Este de Santiago del Estero. Con perfiles de suelo sin reservas, napa profunda y probabilidad de lluvias por debajo de lo normal, recomiendan ajustar las fechas de siembra y extremar la planificación para afrontar una campaña de alto riesgo climático.
Situación climática actual y perspectivas para el Este de Santiago del Estero. Por Ing. Agr. Omar Puig – AER INTA Bandera. El análisis de la situación climática actual indica que el fenómeno ENOS se encuentra en fase La Niña, condición que presenta una probabilidad cercana al 60 % de persistir entre los meses de noviembre y enero. Los modelos de seguimiento del Pacífico ecuatorial confirman temperaturas de la superficie del mar por debajo de lo normal, estimadas en un promedio de –0,6 °C para el trimestre noviembre–diciembre 2025 y enero 2026. Este valor se enmarca dentro de los rangos característicos de una Niña débil, y los pronósticos señalan que el sistema retornaría a la neutralidad hacia el verano–otoño de 2026.

Estas condiciones frías en el Pacífico repercuten en el régimen de precipitaciones regionales. Para el trimestre noviembre–diciembre–enero, la mayoría de los modelos climáticos prevé más del 45 % de probabilidad de lluvias inferiores a lo normal en el Litoral argentino, área que influye directamente sobre el Este de Santiago del Estero. Históricamente, este patrón está asociado a un comportamiento más seco en provincias como Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Chaco, incluyendo nuestra región, mientras que el centro-noroeste del país suele presentar valores de precipitación por encima de los promedios.
Además, durante episodios de La Niña, especialmente en los últimos 10 a 15 años, se han registrado temperaturas más cálidas que en otros escenarios, tendencia que se mantiene para esta campaña. Se estima una probabilidad superior al 45 % de temperaturas por encima de lo normal en el NEA, reforzada por otros forzantes climáticos como el Dipolo del Océano Índico, que favorece tanto la sequedad como el aumento térmico. Bajo estas condiciones se anticipa una mayor frecuencia de olas de calor intensas y prolongadas, producto de la combinación de déficit hídrico y elevadas temperaturas.
En cuanto a la situación agroclimática local, el Sudeste de Santiago del Estero no presentó el comportamiento lluvioso que se observó en otras regiones del país durante el invierno y la primavera. Por el contrario, la zona ya acumula entre tres y cuatro campañas con precipitaciones inferiores a los niveles históricos. En este contexto, la transición hacia una Niña, aunque débil, profundizará la escasez hídrica y la irregularidad en los eventos de lluvia, incrementando además los valores de temperatura máxima. La fase fría comenzaría a influir desde noviembre y podría extenderse hasta enero o febrero de 2026, período crítico para los cultivos de verano.
Actualmente, el perfil del suelo carece de reservas de humedad adecuadas, y en áreas donde existe influencia de napa freática, esta se encuentra a profundidades superiores a los 4 metros, sin capacidad de aportar humedad útil. Estos factores elevan el riesgo de estrés hídrico y térmico, especialmente durante las etapas de floración y llenado de los cultivos. La baja disponibilidad de agua también favorece la intensificación de las olas de calor y extiende los períodos sin precipitaciones, que comúnmente abarcan desde inicios de enero hasta fines de febrero. A esto se suma un antecedente climático relevante: desde 2007–2008, el aumento en la frecuencia de vientos polares limita el ingreso de humedad desde el Atlántico, generando veranos más cálidos, inviernos más fríos y mayor probabilidad de heladas tempranas y tardías.
Es importante destacar que la intensidad de La Niña no determina su impacto. Aunque un evento pueda clasificarse como débil por su desviación térmica respecto del promedio, sus efectos pueden ser severos, como ocurrió en las campañas 2020/21, 2021/22 y 2022/23, cuando la sucesión de Niñas moderadas generó condiciones extremadamente adversas debido al agotamiento de los perfiles de humedad.
Frente a este panorama, la estrategia recomendada para los cultivos de verano en la campaña 2025/26 es ajustar y retrasar las fechas de siembra. Se sugieren implantaciones desde fines de diciembre hasta enero e incluso principios de febrero, aprovechando las precipitaciones esporádicas y de diversa magnitud. Se desaconseja sembrar después del 15 de febrero por el riesgo de heladas tempranas durante abril; la primera helada promedio en la zona ocurre después del 10 de mayo, lo que limita las siembras demasiado tardías. En el caso del maíz, se recomienda evitar que la floración coincida con periodos de altas temperaturas, ya que la esterilidad del polen podría afectar notablemente el rendimiento incluso cuando exista disponibilidad hídrica.
En conclusión, aunque la Niña esperada para la campaña 2025/26 sea débil, las condiciones ambientales en el Este de Santiago del Estero representan un alto riesgo de estrés hídrico y térmico, debido a la falta de reservas en el suelo, la baja napa freática y el pronóstico de lluvias por debajo de lo normal. Una planificación estratégica de la siembra será fundamental para minimizar los riesgos y mitigar los efectos de este escenario climático adverso.





