Cuando una niña enciende la magia del folklore: el cumpleaños de Alfonsina que abrazó la esencia santiagueña
Alfonsina Suárez: cuando una niña nos recuerda que la tradición también cumple años
Hay gestos que no pasan desapercibidos. Hay decisiones que, aun viniendo de un corazón de apenas seis años, dicen más que cualquier discurso. Así fue el cumpleaños en la localidad de Los Juries, de Alfonsina Suárez, una pequeña santiagueña que decidió que su festejo no tendría princesas, castillos ni héroes de historieta… sino algo mucho más poderoso: nuestras raíces.

Desde el primer momento, Alfonsina de la ciudad de Los Juries departamento Taboada, tuvo claro lo que quería. Su cumpleaños debía llevar el aroma del monte, el color del folklore y ese pulso ancestral que late en cada rincón de Santiago del Estero. Eligió vestirse con un atuendo tradicional, pedir a sus invitados que se sumaran con algún detalle folklórico y, como broche perfecto, llegar a la fiesta a caballo, trayendo consigo la esencia misma de la tierra.
La postal fue inolvidable: pañuelos al viento, música que parecía salir de los quebrachos y la sonrisa luminosa de una niña que festejó siendo auténtica, honrando lo nuestro. No hubo disfraces de moda ni personajes de televisión; hubo algo más profundo, más verdadero: una identidad que se abraza y se celebra.
El vestidito típico que Alfonsina eligió no fue solo un atuendo. Fue una declaración de amor a la cultura que heredó, un guiño al pasado y un mensaje al futuro. Porque cuando un niño elige la tradición, la tradición se hace eterna.
En tiempos donde lo inmediato y lo descartable suelen ganar terreno, la decisión de Alfonsina emociona y alienta. Nos recuerda que la cultura se siembra en la infancia, que nuestros niños son los portadores de la memoria colectiva y que enseñarles a valorar sus raíces es un acto de amor que trasciende generaciones.
A sus seis años, Alfonsina nos dejó una lección simple y enorme:
La tradición está viva. Se mueve, respira, late… cada vez que un niño la hace suya.
Y en ese cumpleaños lleno de monte, folklore y ternura, la identidad santiagueña volvió a brillar con la fuerza de siempre.





