Cheques sin fondos, campos desmembrados y un “pasamanos” familiar: la estafa millonaria que sacude al interior santiagueño
Una trama digna de un policial rural salió a la luz en los tribunales de Añatuya, corazón del departamento General Taboada, y vuelve a poner a Santiago del Estero en el centro de una investigación por presuntas estafas e insolvencia fraudulenta que superarían los 230 millones de pesos pasted.
Todo comenzó con operaciones comerciales habituales en el circuito agropecuario. Compras de agroquímicos, acuerdos cerrados de palabra y confianza, y una cadena de cheques de pago diferido que prometían cumplir. Pero cuando llegó la hora de cobrarlos, el sistema bancario devolvió una y otra vez la misma respuesta: “falta de fondos” pasted.
La denuncia fue presentada por una empresa santiagueña con sede en Colonia Dora, representada por el abogado Rodolfo González, quien habló sin rodeos de un “plan común de coautoría funcional”. En la mira quedaron un conocido ganadero de Los Juríes y una de sus hijas, ambos acusados de haber desplegado una ingeniería legal y patrimonial para eludir embargos y vaciar sus bienes pasted.
Según la presentación judicial, el productor habría librado 13 cheques por más de 172 millones de pesos, todos rechazados. Lejos de regularizar la deuda, el movimiento siguiente habría sido quirúrgico: transferir la nuda propiedad de sus campos a herederos, conservando para sí apenas el usufructo vitalicio. En los papeles, un hombre casi sin bienes; en la práctica, el mismo control de siempre sobre la tierra pasted.
La historia se repite —y se agrava— con la hija del acusado. Ocho cheques más, esta vez por 60 millones, y una maniobra que el denunciante describió como “un pasamanos familiar”. En medio de los reclamos, un poder otorgado a la madre, una venta simulada y la cesión de participaciones en seis inmuebles rurales a favor de los hermanos, con pagos en efectivo que —según la denuncia— jamás existieron pasted.
Para la acusación, nada fue casual. Los tiempos, las firmas y las transferencias habrían sido perfectamente sincronizados para dejar a la empresa damnificada sin posibilidad real de cobro. Todo, mientras los cheques rebotaban y la deuda crecía como una sombra sobre el expediente pasted.
Ahora, la Justicia de Añatuya deberá desentrañar si detrás de los campos, los cheques y los lazos de sangre existió una organización destinada a defraudar, o si se trató de operaciones comerciales fallidas. Mientras tanto, el caso ya resuena con fuerza en el interior santiagueño, donde la tierra y el crédito siguen siendo moneda de cambio… y, a veces, escenario de historias que terminan en los tribunales.





