“No es para secos”: la frase que expuso el precio de las entradas para un baile de fin de año
“No es para secos”: la frase que expuso la falta de empatía en medio de la crisis y las fiestas de fin de año
Las fiestas de fin de año suelen ser sinónimo de encuentro, celebración y desahogo colectivo. En pueblos y ciudades del interior santiagueño, los bailes populares han sido históricamente espacios de reunión accesibles, donde nadie quedaba excluido por no poder pagar una entrada. Sin embargo, una reciente polémica en torno al precio de un baile de fin de año en Pampa Muyoj dejó al descubierto una realidad que incomoda y duele.
El debate se encendió tras un posteo en redes sociales de una mujer que, al encontrarse con una entrada valuada en $10.000, decidió retirarse sin ingresar junto a su grupo. Su reclamo no fue aislado ni caprichoso: puso sobre la mesa algo que muchos viven en silencio. Viajar, pagar transporte, estacionamiento y además una entrada elevada no es una opción viable para todos, especialmente en un contexto de crisis económica nacional que golpea a trabajadores, familias y jubilados.
Lo que más ruido generó no fue el precio en sí, sino una de las respuestas que circuló con liviandad en los comentarios: “no es para secos”. Una frase corta, pero cargada de desprecio social. Un comentario fuera de lugar, pronunciado justo cuando millones de argentinos hacen malabares para llegar a fin de mes, priorizan la comida, los servicios básicos y sostener a sus familias.
Naturalizar este tipo de expresiones es peligroso. Porque no se trata solo de un baile o de una entrada, sino de la idea de que divertirse, participar o ser parte de una tradición cultural queda reservado para quienes pueden pagarla. En un país atravesado por la inflación, la pérdida del poder adquisitivo y la incertidumbre, ese mensaje profundiza la grieta social y banaliza la exclusión.
Es cierto que algunos argumentaron que en otros puntos de la provincia las entradas alcanzan valores aún más altos. Pero comparar hacia arriba no soluciona el problema de fondo. Tampoco alcanza con decir que las fiestas son “para pasar en familia”. La cultura popular, el baile, la música y el encuentro también son parte de esa identidad colectiva, especialmente en el interior profundo.
Tal vez este debate sirva para algo más que una discusión pasajera en Facebook. Para repensar precios, propuestas, accesibilidad y, sobre todo, para revisar discursos. Porque en tiempos donde la crisis afecta a un país entero, la empatía no debería ser un lujo. Mucho menos, algo “no apto para secos”.





