Desde Suncho Corral al corazón del país: el artista que lleva el folklore santiagueño bien alto
En una nota exclusiva con el diario El Liberal el famoso cantante suncheño se permitió hablar de todo y abrió las puertas de su casa
Voz hermosa la de Damián Radamel Stieffel. Un futuro promisorio fruto de ese don que Dios le dio. La potencia de su voz y su presencia escénica son atributos que, primero, conmovieron a Milo J. y, a través del trapero, a «Cuti» Carabajal, Abel Pintos y a Lázaro Caballero, entre otros notorios del folclore argentino.
En lo profundo del mapa santiagueño, donde el monte abraza las siestas largas y la chacarera late como un pulso natural, se levanta Suncho Corral. Una pequeña ciudad en tamaño, pero inmensa en cultura, historia y tradición folklórica. Desde allí, desde ese rincón cargado de identidad, nació un artista que hoy emociona escenarios de todo el país y despierta el reconocimiento de las grandes figuras de la música nacional.

Suncho Corral no es solo un punto geográfico: es semillero de guitarras, coplas heredadas y voces que nacen con el canto aprendido en familia. En ese contexto, entre actos escolares, guitarreadas y el acompañamiento incondicional de los suyos, comenzó a forjarse una vocación que con el tiempo se transformó en destino.
Con talento genuino, una voz que conmueve y una madurez artística que sorprende, este joven artista logró trascender fronteras sin perder nunca el arraigo. Su crecimiento fue natural, fiel a sus raíces, llevando en cada interpretación el paisaje, el calor del sol santiagueño y el orgullo de su pueblo. No es casual que referentes consagrados del folklore argentino hayan posado su mirada en él y lo reconozcan como una de las grandes promesas del género. De aquellos inicios, a los 2 años en su Suncho Corral natal, a este presente, con sus 15 años actuales, «Rada», perdió el miedo escénico y se planta ante auditorios que superan las cincuenta mil personas, como sucedió hace poco en el estadio de Vélez y también en el Movistar Arena, siempre de la mano de Milo J.

A pesar de los grandes escenarios, de los auditorios multitudinarios y de los elogios recibidos, el vínculo con Suncho Corral permanece intacto. Allí vuelve, allí se refugia, allí encuentra la inspiración para seguir cantándole a la tierra que lo vio nacer. Sus canciones —propias o ajenas— tienen siempre ese sello inconfundible que habla de monte, familia, tradición y pertenencia.
El reconocimiento que hoy recibe no es solo personal. Es también un premio colectivo para Suncho Corral y para Santiago del Estero, cuna indiscutida del folklore argentino. Porque cuando uno de los suyos triunfa, es todo un pueblo el que sube al escenario.

Desde este rincón del norte profundo, la música vuelve a demostrar que el talento no entiende de distancias. Y que, con raíces firmes y corazón abierto, Suncho Corral sigue regalándole al país artistas que honran su historia y proyectan su cultura hacia el futuro.
Por: Emilio Marcelo Jozami
Fotos y videos: Carolina Navarrete





