«Coo, el personaje que fue símbolo, escándalo y leyenda urbana»
Coo, el Guarachero: La dualidad de un personaje callejero que marcó y dividió a una ciudad
En el mosaico urbano de Santiago del Estero, hay figuras que trascienden lo convencional y se instalan en la memoria popular no por títulos ni cargos, sino por presencia, carisma y constancia. Uno de esos nombres fue Omar Emilio Antonio, más conocido como “Coo, el Guarachero”, quien falleció este jueves a los 53 años, dejando tras de sí una mezcla de nostalgia, cariño, controversia y dolor.
Una figura de calle, un ritmo y una ciudad
Durante años, Coo fue parte del paisaje habitual del microcentro santiagueño. Con su característico güiro en mano, su voz al ritmo de guaracha y su forma particular de vestir, se convirtió en un personaje querible, especialmente entre los más chicos y los adultos que aún veían en él el reflejo de una ciudad que no había perdido del todo su cantor.
Aparecía en ferias, peatonales, actos populares o simplemente en una esquina cualquiera. Su canto, siempre festivo y callejero, lo volvió entrañable para muchos, al punto que en 2018 su figura cruzó las fronteras provinciales para aparecer en el programa nacional «Peligro Sin Codificar», transmitido por Telefe. Aquella vez, rodeado de figuras como Diego Korol y “Pachu” Peña, Coo dijo que había cumplido un sueño. Para él, ese breve instante en la televisión fue una consagración de su existencia popular.
El ocaso de una vida entre sombras
Sin embargo, la historia de Coo no se puede contar solo desde la nostalgia. En el último año de su vida, su figura fue opacada por una denuncia gravísima que removió profundamente a la comunidad. En agosto de 2023, una madre denunció un presunto abuso sexual contra su hijo —un menor con condición de autismo— durante una fiesta infantil en una finca de El Polear, La Banda.
Según los testimonios, Coo habría sido sorprendido por una niñera en una situación inapropiada con el niño. El escándalo derivó en una denuncia formal en la Unidad Regional N°2. Desde entonces, Coo desapareció de las calles. Su imagen pública se desmoronó. El personaje colorido pasó al olvido, reemplazado por un silencio denso, por miradas incómodas y por un proceso judicial que nunca alcanzó resolución definitiva antes de su muerte.
El final de un cuerpo, no de un debate
La última etapa de su vida también estuvo marcada por el deterioro físico. Fue internado en el Hospital Independencia con neumonía bilateral y un cuadro grave de hiperglucemia. Su salud empeoró rápidamente, y este jueves por la noche se confirmó su fallecimiento por paro cardiorrespiratorio.
La noticia generó una reacción inmediata: una mezcla compleja de tristeza, duelo, perplejidad y también ira contenida. En las redes sociales, los mensajes se dividieron entre quienes lo recordaban como un símbolo callejero simpático, y quienes no olvidaban ni perdonaban la denuncia que pesaba sobre él.
¿Qué hacemos con los ídolos rotos?
La muerte de Coo, el Guarachero, plantea un dilema colectivo: ¿cómo procesar a las figuras públicas que fueron queridas y luego señaladas por actos repudiables? ¿Qué lugar ocupa la memoria cuando está atravesada por la ambigüedad? ¿Qué responsabilidad nos queda como sociedad al narrar sus vidas?
Recordar a Coo sin maquillar su historia completa sería un acto de honestidad. Porque Santiago del Estero no sólo debe construir sus relatos desde la simpatía o el folclore, sino también desde el compromiso ético. El personaje ya no está. Pero el debate sobre su legado —luminoso para unos, oscuro para otros— apenas empieza.
Creado:
1 agosto, 2025