Intento de suicidio en el Puente Carretero conmovió a toda la ciudad: una historia que terminó con esperanza
Lo que comenzó como una tarde de desesperación y angustia en el Puente Carretero terminó convirtiéndose en una historia de esperanza. Durante más de tres horas, un joven catamarqueño mantuvo en vilo a toda la ciudad al subir a lo más alto de la estructura y amenazar con arrojarse al vacío. Pero la tragedia no llegó: la empatía, el trabajo en equipo y el poder de la palabra le abrieron una nueva oportunidad para seguir viviendo.

Todo empezó pasadas las 16.30, cuando automovilistas y vecinos del barrio Río Dulce alertaron a la Policía al ver a un hombre trepando las estructuras metálicas del emblemático puente que une Santiago del Estero con La Banda. En cuestión de minutos, el lugar se convirtió en el epicentro de un gran operativo: efectivos de la USAR (Unidad para Situaciones de Alto Riesgo), del GER, de Infantería, bomberos y personal de salud trabajaron bajo la supervisión de la fiscal María Alejandra Holgado.

El tránsito fue cortado en ambos extremos. Desde abajo, los rescatistas desplegaron cuerdas, arneses y un colchón inflable, mientras los negociadores iniciaban el difícil diálogo con el hombre, que lloraba desconsolado. Entre sus palabras, apenas se entendía el motivo de su desesperación: no podía ver a su hija, que vive en Catamarca.
Fue entonces cuando la fiscal Holgado tomó una decisión clave. Con calma y empatía, pidió hablar con el hombre, quien finalmente le dio el número de la madre de la niña. En una escena que conmovió a todos los presentes, la fiscal logró comunicarse con la mujer y convencerla de colaborar. Le prometió al joven que buscarían una forma para que pudiera reencontrarse con su hija.

Esa promesa fue suficiente. Minutos después, con lágrimas en los ojos, el hombre aceptó la ayuda. Los especialistas se acercaron lentamente y lograron sujetarlo con arneses de seguridad. Los aplausos espontáneos de los rescatistas y de la gente que observaba desde la ribera del Dulce marcaron el final de la tensión y el comienzo de un alivio colectivo.
El hombre fue trasladado al Centro de Salud Mental de El Polear, donde recibió atención médica y psicológica. Allí, según informaron fuentes del caso, pudo descansar y, por primera vez en días, hablar de su dolor.
El Puente Carretero, que tantas veces fue escenario de historias tristes, esta vez fue testigo de un milagro silencioso: el milagro de la empatía, de la paciencia y de la esperanza. Porque detrás del despliegue policial y de las sirenas, hubo personas que decidieron no rendirse, que tendieron un puente —literal y simbólicamente— hacia una nueva vida.
Una vida que, por fortuna, continúa.





