Santiago del Estero: el crecimiento que desmiente los prejuicios
Las estadísticas hablan, y esta vez lo hacen con contundencia. Un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), elaborado con datos del Ministerio de Economía y la CEPAL, posiciona a Santiago del Estero como la segunda provincia con mayor crecimiento económico del país entre 2011 y 2022, con un aumento del 23,1% en su Valor Agregado Bruto (VAB). Solo fue superada por Neuquén —impulsada por Vaca Muerta— y seguida de cerca por Jujuy.
Lejos de ser un dato aislado, este crecimiento refleja una transformación estructural en la provincia, que hace una década parecía condenada al rezago. Hoy, Santiago del Estero emerge como un ejemplo de planificación, inversión pública sostenida y diversificación económica.
Mientras la economía nacional atravesó ciclos de estancamiento e incertidumbre, el norte argentino encontró en provincias como Santiago, Jujuy, Formosa y Misiones una senda de expansión, motorizada por la infraestructura, la energía, la producción agroindustrial y el turismo. En contraste, otras jurisdicciones como Catamarca, Mendoza, Chubut o incluso la Ciudad de Buenos Aires registraron retrocesos en su actividad.
El mérito santiagueño no está en haber descubierto una fórmula mágica, sino en haber sostenido políticas públicas con continuidad y visión de largo plazo. Las rutas, los parques industriales, la extensión eléctrica y las obras hídricas no solo conectan pueblos: crean oportunidades y atraen inversiones. A esto se suma el desarrollo de sectores como el turismo cultural, la producción de alimentos y la expansión de la educación superior, que fortalecen el entramado social y económico.
Santiago del Estero dejó de ser “la provincia olvidada” para convertirse en un polo emergente del norte argentino, con índices que respaldan lo que ya se percibe en sus calles, universidades y parques industriales. Es la demostración de que cuando la gestión pública se combina con la planificación estratégica, incluso en un contexto nacional adverso, el desarrollo es posible.
Más que un logro estadístico, este crecimiento representa un cambio de paradigma: una provincia que antes miraba hacia el centro ahora se mira a sí misma con orgullo, consciente de que el progreso no es patrimonio exclusivo de las grandes urbes.
En tiempos donde abundan los diagnósticos pesimistas, Santiago del Estero ofrece una prueba concreta de que el federalismo productivo puede ser una realidad, y que el futuro argentino también se está escribiendo —con trabajo, inversión y visión— desde el corazón del monte.
Creado:
8 octubre, 2025