El Sabor del Recuerdo: Nostalgia de un verano Santiagueño entre «Tunas y Tradiciones»
Era una tarde calurosa de diciembre en Santiago del Estero, justo antes de las fiestas de fin de año. El sol caía con fuerza sobre el monte, y los sonidos de la naturaleza se mezclaban con la risa de un grupo de niños que, como cada año, se dirigían hacia la vía, donde sabían que encontrarían las mejores tunas. Era un ritual que se repetía con la llegada del verano, un momento de encuentro con la familia y con la tierra misma.
Desde que era niño, el lugar donde nací estaba lleno de tunales. Mirabas hacia cualquier lado y las plantas cubrían el horizonte, formando un paisaje que, en las sombras de la tarde, parecía cobrar vida. En medio de esos verdes y espinosos cactus, a veces parecía que las plantas tomaban formas extrañas, como si tuviéramos compañía invisible. Las siluetas de las tunas, con sus espinas y sus frutos brillando al sol, creaban una atmósfera misteriosa que siempre nos llenaba de emoción y un poco de temor.
Nosotros, con las manos llenas de paciencia y de destreza, íbamos a juntar las frutas cerca de la vía, donde crecían más grandes y maduras. Llevábamos una bolsa de arpillera, que era como un tesoro para nosotros, pues sabíamos que, al final del día, mi abuela las usaría para hacer una especie de mermelada casera que sólo ella sabía preparar con tanto cariño.
Sin embargo, el proceso no era fácil. Sacar la fruta de las plantas, tan llenas de espinas, era una tarea peligrosa. Las quiscas, esas diminutas espinitas que se pegaban a las frutas, nos ponían en jaque. Pero con ingenio, las tirábamos al pasto, las pisábamos con cuidado y las refregábamos contra el suelo hasta que las espinas se caían. Era una danza de paciencia y destreza, una pequeña prueba de nuestras habilidades, que siempre nos acompañaba en esas tardes calurosas.
Recuerdo que, al final del día, cuando la mermelada ya estaba lista, mi abuela nos sentaba alrededor de la mesa, y con una sonrisa llena de satisfacción, nos servía el dulce de tuna, ese sabor que evocaba la nostalgia de los veranos santiagueños, de las fiestas en familia y de la sencillez de aquellos momentos que parecían eternos. Qué tiempos aquellos, maravillosos tiempos que nunca olvidaré.
Creado:
28 diciembre, 2024