Florindo Acuña, el erque silipiqueño
Don Florindo Acuña, el cornetista más famoso, de Villa Silipica, me aclaraba: «erque le decían los indios, nosotros le llamamos corneta». Y me contaba que hasta hace unos 50 años las «cornetas» eran muchas más, más que los bombos, unas 30 ó 40, y eran más cortas, de metro y medio de largo, o poco más.
Pero a medida que fueron disminuyendo en cantidad, fueron creciendo en longitud, para aumentar el volumen y el cuerpo del sonido producido. Desde hace unos 30 años él las fabrica de unos 3 mts. de longitud.
El sonido emitido por esta «corneta» en Santiago del Estero es muy grave, la caña tiene un único agujero, su embocadura, por lo que no permite variación tónica. En el cuerno de res que tiene atado al otro extremo, se echa un poco de agua, para que se produzcan vibraciones.
Se sopla por impulsos, acompañando la percusión de los bombos, con un ritmo discontinuo. De cuando en cuando se integra a la torrentosa letanía de los bombos. Su ejecución requiere la contención de gran cantidad de aire en los pulmones y ejercer una gran presión al expelerlo en cada soplo, por lo que produce gran cansancio, sobre todo si se va caminando y a paso ligero.
Los erques o «cornetas» también se ejecutan para recibir a los indios», es decir, a los «indios» que vienen corriendo desde árboles determinados, cumpliendo o haciendo una promesa. Cuando en Tuama, Manogasta o Sumamao se escucha sonar la corneta, es señal de que los «indios» están llegando. ( Por José Luis Grosso /2008)
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4 junio, 2024