Fingió la muerte de su abuela para ver campeón a Platense y lo echaron, Tato «igual valió la pena»
Viajó hasta Santiago del Estero para ver a Platense hacer historia en la final de la Copa de la Liga. Para lograrlo, fingió la muerte de su abuela y faltó al trabajo. Lo descubrieron, lo echaron, y aun así no se arrepiente: “Ahora hay que buscar laburo, pero Platense es campeón”.
Hay historias que explican el fútbol mejor que cualquier táctica. Cuentos que no necesitan estadísticas, ni barritas de posesión, ni cámaras HD. Historias que se cuentan solas, como la de “El Tato”, el hincha de Platense que eligió el amor por su equipo antes que la seguridad de su trabajo.
“El Tato” no llegó a la final como cualquier hincha. Llegó como se llega a una cruzada, como quien cumple un deber sagrado. Para estar en la tribuna cuando Platense jugaba el partido más importante de su historia, inventó una mentira tan dolorosa como ridícula: fingió la muerte de su abuela para faltar a su turno en un restaurante de Núñez. Y sí, lo descubrieron. Y sí, lo echaron.
Pero ahí estaba. En la previa del partido, con una sonrisa que no entraba en la cara, un gorrito del Calamar y la voz quebrada de emoción. «Me echaron del laburo por venir. Acá estamos igual, eh, alentando», dijo en un video que se volvió viral. Con una mezcla de orgullo, locura y ternura que sólo un hincha de ley puede transmitir.
Inventó que se le murió la abuela para ir a la final y lo rajaron: «Aguante Platense, viejo»@caplatense @EstadioUnicoSGO pic.twitter.com/yWdywUVPo4
— Periódico Sur Santiagueño (@InfoSurSantiago) June 2, 2025
Para muchos, su excusa fue un exceso. Para otros, un acto de amor puro. Porque mientras las redes se llenaban de juicios y memes, “El Tato” respondía con lo único que sabía: “¡Vamos Platense, carajo!”. En su universo, ver a su equipo campeón por primera vez valía más que cualquier liquidación final. Él ya sabía lo que había perdido, pero también lo que iba a ganar: una memoria eterna en el corazón de los hinchas.
No se trata de justificar la mentira, claro. Pero sí de entender hasta dónde puede llegar un amor sin condiciones. En un país donde el fútbol no se mira, se vive —donde los clubes son familia, identidad, y a veces, consuelo—, hay pasiones que no entienden de excusas ni de conveniencias. Y Platense, ese club de barrio que llevaba una vida esperando su momento de gloria, merecía tener a todos sus fieles allí.
“Ahora hay que buscar laburo”, reconoció con simpleza. Pero también con la tranquilidad de quien estuvo donde tenía que estar, cuando más importaba. A veces, perder un empleo es el precio que se paga por ser feliz una vez en la vida. Por gritar campeón con los ojos llorosos, por abrazar a desconocidos que sienten lo mismo que vos.
“El Tato” eligió mal, quizás. Pero eligió con el corazón. Y en el fútbol, eso ya es ganar.
Creado:
2 junio, 2025