Tres mujeres trans cursan estudios universitarios en Santiago del Estero

Tres universitarias trans aseguran que pueden estudiar gracias al apoyo estatal y con sus testimonios aportan a comprender cómo cambian las oportunidades y las opciones de vida de esta población cuando hay apoyo estatal para acceder a derechos.

En 2018, a través del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), delegación Santiago, se incorporaron al programa Hacemos Futuro 54 mujeres trans con el objetivo de terminar estudios primarios o secundarios y poder acceder a la capacitación en algún oficio u optar por la educación universitaria.

Sobre el recibimiento en la universidad a la que ingresaron el año pasado, las tres coincidieron ante Télam que tuvieron “sentimientos encontrados, dudas, ansiedad”.
 

Las mujeres trans “sufrimos abusos y maltratos, relegando nuestras vidas al trabajo sexual”, afirmó Victoria Tolosa, de 40 años, hoy estudiante de la licenciatura y profesorado en Educación para la Salud en la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE).

Ella realizó el cambio de nombre en el DNI apenas se reglamentó la ley de Identidad de Género, en 2012.

La legislación “es una herramienta de transformación para mejorar la calidad de vida de las personas trans, para poder acceder a todos los beneficios que brinda el Estado y poder ser legítimamente”, aseguró Luisa Lucía Paz, presidenta de la red nacional de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina.

Lara Valentina Díaz tiene 35 años y cursa actualmente la licenciatura en Obstetricia de la UNSE.
 

Se manifestó “feliz” por haber retomado sus estudios, porque cuando hace 15 años decidió “ser una mujer de tiempo completo” sabía que “muchas puertas se cerrarían” y “sólo me quedaría ejercer el trabajo sexual, ya que no conocía otro oficio y ni tendría otras oportunidades”.
 

“Siempre tuve el apoyo de mi familia, pero mucho más el de mi madre hasta el día de hoy”, pero al terminar la secundaria “quería independizarme y valerme por mí misma”, señaló.
 

“Volver después de muchos años a estudiar es lo que siempre he querido”, confesó Díaz.
 

Adara Soria Paz terminó la secundaria en 1999, y a los 14 años la llevaron presa desde la puerta de la escuela: “He trabajado de todo, algunas cosas te dejan secuelas. Considero que ninguna mujer trans adolescente debería estar prostituyéndose”, afirmó.
 

Adara destacó que tanto su madre como sus hermanos la han apoyado siempre: “Hoy estudio Trabajo Social en la universidad y estoy agradecida con muchos funcionarios locales y activistas LGBTIQ que permanentemente están trabajando por nosotras”, contó.
 

Para Tolosa “los programa sociales de Nación fueron una bendición” porque -reconoció- ya no tenían “esperanzas”.
 

“Desde mi punto de vista son de gran ayuda para toda la comunidad, puedo colaborar con los gastos en mi casa, comprar libros, sin tener que recurrir a un trabajo que no me guste”, añadió Díaz.
 

“Para algunos compañeros y docentes fui como invisible, para otros muy importante porque se interesaron en conocer cómo es la vida de una mujer trans. Tirar abajo los prejuicios de la violencia y que sólo podemos ser trabajadoras sexuales”, analizó Tolosa.

Fuente: Telam

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