El virus y sus víctimas desde el relato del personal del Cementerio Municipal
En el caso de la muerte por Covid lo triste no es solo que las personas mueran, sino cómo lo hacen. Porque, por culpa de la pandemia, la muerte sucede a menudo a puerta cerrada, en soledad. También lo es su sepultura.
Desde el inicio de la pandemia, en Añatuya murieron unas 58 personas. Detrás de cada cifra estadística se esconde una historia, la suerte concreta de una persona y sus allegados. Son 58 vecinos de esta ciudad, de distintas edades y con realidades muy variadas que no pudieron ganarle al virus y hoy sus familiares siguen extrañando y llorando.
En el caso de la muerte por Covid lo triste no es solo que las personas mueran, sino cómo lo hacen. Porque, por culpa de la pandemia, la muerte sucede a menudo a puerta cerrada, en soledad. También lo es su sepultura.
“Allí esta Don… Esa tumba es de la madre de… Ahí está sepultado…”, cuenta Mirta Cejas, encargada del Cementerio Municipal al recorrer los diferentes sectores en los que fueron sepultados los añatuyenses que fallecieron a causa del Covid. Ella y todo el personal municipal que trabaja allí reconoce a cada vecino y su ubicación porque fueron los que tuvieron que recibir los ataúdes, sepultarlos y ofrecer en lugar de sus familiares una oración como último adiós.
“Este virus se está llevando a conocidos, amigos y familiares. Nosotros tratamos de hacer lo mejor y cuidándonos como personal para evitar contagios porque ellos realizan la tarea más dura: recibir los ataúdes, levantarlos, colocarlos en las tumbas y otras acciones de riesgo”.
La pandemia no tiene horarios ni fines de semana. Sea la hora o el día que sea cuando hay un fallecido positivo dejan todo lo que estén haciendo para cumplir con su servicio. “A veces nos toca esperar largas horas hasta que llegan con el cuerpo. Es muy difícil todo lo que estamos viviendo porque nos afecta mucho”, precisó.
La tarea puertas adentro del cementerio es realizada por 10 trabajadores, cinco por cada turno porque hay personal de riesgo que no acude a trabajar e incluso tuvieron cuatro infectados por el virus, de los que solo uno pudo volver a trabajar.
“Hemos vivido momentos muy difíciles sepultando a las personas de nuestra comunidad. Hemos sido los últimos en despedirlos. Cada vez que pasaba esto pedíamos a los familiares que nos acerquen una cruz con el nombre del familiar para colocarlas en su lugar, colocar a veces una vela, hacerle una oración entre nosotros en lugar de sus familias que no podían acompañarlos. La verdad es que es muy doloroso esto que venimos viviendo. Por Dios no queremos más gente fallecida por este virus”, exclamó con lágrimas.
Caminar por el cementerio local rápidamente permite conocer donde hay vecinos sepultados por efecto de la pandemia. Es que fueron todos fueron sepultados bajo tierra según lo establece el protocolo y sobresalen los montículos de tierra entre el resto de las tumbas.
Causa un dolor anticipado ver que en distintos sectores hay fosas que esperan nuevas víctimas. “Ojalá no tengamos a ningún vecino más muerto por Covid. Lamentablemente tenemos que prepararnos y por eso estas fosas están preparadas. Donde hay un rincón preparamos el lugar porque la sepultura debe hacerse bajo tierra”, dice con dolor Mirta al explicar porque hay fosas abiertas.
En el final de la visita Mirta Cejas agradeció a la gente de Añatuya que los ayudó en este tiempo. “Es mucha la gente que colabora desde afuera. Por ejemplo, un vecino nos hizo los ganchos para no tener que tocar los féretros al momento de sepultar los ataúdes”.
“Pedimos a la gente que colabore, que tome conciencia y que nos cuidemos para no contagiar a nadie, nos cuidamos nosotros para no contagiar a las personas que vienen a encender una velita a sus familiares.”, concluyó.
Creado:
22 julio, 2021