“La radio es mi salvación”, memorias de Marcela Coman en el Día de la Radiofonía Argentina

El 27 de agosto de 1920 Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica dieron inicio a la radiofonía argentina cuando transmitieron la ópera Parsifal, de Richard Wagner, desde la terraza del Teatro Coliseo. Esa fue la primera transmisión radiofónica (integral y completa) de un programa de radio, realizada por los cuatro radioaficionados que pasaron a la historia como los Locos de la Azotea. Hoy se cumplen 101 años de aquel grandioso momento que dio pie a miles de personas en el mundo entero para iniciarse y profesionalizar el maravilloso mundo de la radio.

La “Capital de la Tradición” reconoce a destacadísimos hombres y mujeres de la radiofonía local. En la actualidad resulta justo reconocer la labor que a diario desarrolla Marcela Coman cada mañana por el aire de la 104.7 FM Añatuya, hoy dependiente de una empresa de cable.

El pequeño y céntrico estudio de radio donde desarrolla su actividad a diario es su cable a tierra. Allí se muestra –la radio es magia y permite visualizar lo que por los oídos llega a cada hogar- natural, espontanea, autentica, cercana, empática y transmite miles de sensaciones a los oyentes que la elijen como su compañía en Añatuya, localidades vecinas y otras provincias argentinas que la sintonizan gracias a Internet.

Marcela Coman empezó su amor por la radio a los 15 años mientras estudiaba en el Instituto San Alfonso de Ligorio. Junto a Mario Agustín, quien hoy es propietario de FM San Benito, cursaban el tercer año y fueron los animadores de la radio interna que existía allí y que formaba parte de los recreos de sus compañeros y docentes. Ya cumplió 32 años dedicados a la radio y haciendo de ella su medio de vida. 

Paso por FM Añatuya de Carlos Ibáñez, una de las primeras radios de Añatuya. Allí hizo sus primeras armas como locutora dando la hora, la temperatura e identificando la emisora. Allí compartió micrófono con Mirta Miranda en un programa dedicado al cuidado de los animales. Con Carlos Luna hizo un programa popular con música en vivo. También, las madrugadas compartió con “Pipeta” Campos un programa folclórico.

Marcela se casó y decidió dedicarse de lleno a su hogar en Icaño. Llegaron los hijos y la radio pasó a ser un recuerdo, aunque siempre deseaba volver a un estudio radial. Así fue que hizo radio en Icaño, en las tres emisoras FM que existen. Luego condujo programas en Colonia Dora y finalmente volvió a Añatuya para trabajar en FM Sur, en la desaparecida FM Nuevo Horizonte y finalmente en la FM Añatuya, donde hace 23 años marca presencia con su estilo propio.

“A mí me gustaba de siempre la radio. Me cuentan mis padres que siempre iba al taller de mi papá y me gustaba preguntarle cosas a las personas que llegaban allí. Es ahí donde aprendí la parte periodística que hoy forma parte de mis programas. Los gitanos que paraban en la esquina de casa me llamaban la atención y me instalaba allí y averiguaba cosas sobre su vida. Era la preguntona de la familia”, recuerda.  

Marcela se emociona en sus entrevistas. Llora si es necesario porque así lo siente. Le duele el dolor de los demás. Se alegra con las buenas noticias. Canta para alegrar a sus oyentes. Es dueña de enorme destacada empatía. “Me meto a la casa de cada uno, me pongo en el lugar de ellos. En tiempos de pandemia me pasó mucho eso. Me sentí muy involucrada con todas las personas que han necesitado algo. Me pongo un poco en el lugar de cada uno y me involucro, aunque eso no me hace tanto bien. Día a día trato de ver como ayudo desde mi lugar al otro porque si bien no tenemos los recursos, pero podemos ser puente para que alguien tenga ayude y lograr lo que esa persona necesita”, describe sobre su tarea.

Cuando se le pregunta que le ha dado la radio ella no duda en afirmar que “le ha dado todo”. “Es mi cable a tierra. Si tengo un problema, vengo a la radio y antes de entrar dejo afuera el problema y me transformo. Siempre digo que soy como un payaso de la radio. Tengo miles de problemas, pero nadie se da cuenta. A lo mejor apago el micrófono y lloro, me secó las lágrimas y sigo. Creo que si tuve algunos problemas la radio me ha sacado adelante. Es algo que me gusta y esto es mi salvación”, amplió.

A futuro no duda en afirmar que “se ve haciendo radio hasta donde su garganta le permita”. “Mis últimos tiempos quiero sentirme realizada en la tranquilidad del campo y con mi familia realizada”, concluyó.

Con esta entrevista saludamos a todos los hombres y mujeres que dedican su tarea cotidiana a informar, entretener y formar a las audiencias a través de la magia de la radiofonía.